La Bruja (2015)
Folklore, religión y brujas.
A la salida del cine oí por casualidad como un joven desairado, de esos que se lavan la barba con un champú especial y luego utilizan un acondicionador, un bálsamo y varios aceites aplicados con esmero sobre ella (esto último también lo escuché de su propia boca), le achacaba a la película de Robert Eggers una falta de ritmo insoportable, además de un trabajo de fotografía mediocre: “se ve borroso, una mierda”, comentó con sus amigos. Al margen de otras consideraciones, y más allá del respeto que merece toda opinión, incluso las poco maduradas y tan básicas como las expuestas por el barbudo muchacho, tengo que pronunciarme en contra de tan desafortunadas declaraciones (desde un punto de vista barbilampiño, claro).
En primer lugar, la atmósfera de “La Bruja” es uno de los grandes valores de la película, sin duda alguna. Su fotografía mortecina, la luz tenue de las velas, la climatología nublada de Nueva Inglaterra, la religiosidad gris y la razón entre sombras. La vida de los pioneros puritanos del siglo XVII transitaba alejada de cualquier color y alegría, por senderos fronterizos, lindantes con la oscuridad de bosques inexplorados, habitados por lo desconocido. La recreación visual de aquella época incide en el sometimiento a la fe fanática del que vive subyugado por el miedo, con el terror a la institución eclesiástica, y a un Dios vengativo, como pilar fundamental de una construcción social opresiva. La representación fusiona la minuciosidad y el realismo deslumbrante de su puesta en escena con las brumas de un cuento terrorífico, de atmósfera fantástica, onírica en ocasiones.
En cuanto al ritmo, “La Bruja” es una película pausada, no lenta. Su desarrollo atiende al estilo de vida de aquellos años, a los usos, costumbres y horarios de los que se levantan con los primeros rayos de sol y se acuestan antes de su partida. Su ritmo denso es necesario, inevitable para el correcto desarrollo de la trama. Por otra parte, Eggers se las ingenia para que siempre suceda algo en pantalla, en cada plano, en cada secuencia, con la sutileza de una mirada furtiva, el deseo por una manzana inalcanzable, la sexualidad incipiente y reprimida de unos adolescentes atrapados en la nada, rodeados por la nociva compañía de la malinterpretada cruz protestante. En esencia, los juegos inocentes de dos hermanos junto a un río de aguas serenas que fluye recordando a Tarkovski, meticuloso como un encuadre de Kubrick (sin formato panorámico), con la esencia de Bergman flotando en el ambiente.
La cotidianidad de la gente fronteriza, aquella que trata de sobrevivir en la estrecha franja que se extiende entre la ciudad y los bosques ignotos; aislados, recelosos, sometidos y fanatizados, temerosos de Dios, peligrosos en su intransigencia. El retrato psicológico de los personajes hace hincapié en la etérea naturaleza de la lealtad y el afecto, con la empatía contaminada por una sexualidad errónea y los preceptos de una moralidad dañina; hay bastante de Dreyer en el proceso a la “bruja” y en la descomposición de la familia. Eggers asume también el expresionismo alemán de “Häxan” (1922), recuperando la figura de la mujer anciana como representación del mal –también el macho cabrío como icono ineludible del diablo–, y el gótico americano de Washington Irving: el horror ancestral en el corazón de los grandes bosques de la costa este. Resumiendo, un cuento aterrador, visceral y mágico.
Manu Castro
@ManuCastroLSO
(21-05-2016)
• Lo mejor: Un cuento de verdadero terror.
• Lo peor: Que esté mal visto saltarse los ritmos y artificios del cine comercial.
¿Sabías que…? “Tardé años en documentarme acerca de la vida cotidiana de los primeros colonos ingleses en Nueva Inglaterra. Mientras escribía el guión, me interesé por las tradiciones agrícolas de la época en Inglaterra y en los cambios que sufrieron al llegar a Norteamérica. Leí la Biblia de Ginebra, una de las primeras biblias usadas por los protestantes, los panfletos isabelinos contra las brujas, los cuentos de los Hermanos Grimm y, finalmente, di largos paseos por los bosques de Massachusetts. Entendí que para las personas que vivían al principio de la edad moderna, la frontera entre el mundo real y el de las hadas, de la magia, no estaba perfectamente definida. La vida cotidiana también era mágica”. (Robert Eggers)
Título Original: The VVitch: A New-England Folktale | Género: Terror | Nacionalidad: USA / Gran Bretaña / Canadá / Brasil | Director: Robert Eggers | Actores: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie | Productor: Daniel Bekerman, Lars Knudsen, Jodi Redmond | Guión: Robert Eggers | Fotografía: Jarin Blaschke | Música: Mark Korven | Montaje: Louise Ford
Sinopsis: Nueva Inglaterra, 1630. Ante la amenaza de ser repudiado por su iglesia, un granjero inglés decide abandonar el pueblo y establecerse en plena naturaleza con su esposa y cinco hijos, en medio de un inhóspito bosque donde habita algo maléfico y desconocido. Enseguida empiezan a pasar cosas extrañas: los animales se vuelven agresivos, la cosecha no prospera, uno de los niños desaparece mientras que otro parece estar poseído por un espíritu maléfico… Las sospechas y la paranoia aumentan, y la familia acusa de brujería a la hija adolescente, algo que ella niega rotundamente. Las circunstancias empeoran, y la fe, lealtad y afecto de los miembros de la familia son puestos a prueba de manera inimaginable.
Último visionado: 29/02/2024 (Blu-Ray – VOSE)