La Saga Crepúsculo: Luna Nueva (2009)
Los vampiros también lloran.
Cuando yo era pequeño, algunos vampiros acojonaban y otros, sencillamente, molaban. Los que nos criamos con las cintas de videoclub ochenteras alucinamos con las pintas punk y las fiestas cerveceras de los vampiros generación X de “Jóvenes Ocultos”. Está claro que los chicos que hoy día sufren la tontada propia de la edad del pavo han tenido la mala pata de hacerla coincidir con el fenómeno (paranormal) de la saga Crepúsculo. Lo cierto es que las película basadas en las novelas de Stephenie Meyer tienen perfectamente identificado a su público objetivo, de ahí que para el resto de la audiencia ver esto sea casi motivo de risa.
“Luna Nueva” sólo tiene cabida en las alocadas y hormonadas mentes de quinceañeros chorras, seres capaces de engullir unos diálogos que harían enrojecer al más moña, adolescentes entrenados para resistir unas poses y unas miradas sostenidas e irritantes, además de la inexpresiva y omnipresente cara de palo del vampiro albino Edward Cullen (Robert Pattinson).
Hasta el visionado de esta película creía que el principal objetivo de toda secuela, con vocación de capítulo nexo de una saga, era afianzar las bases estéticas y argumentales de la serie, profundizar en la mitología de los personajes y aportar nuevos aspectos que engrandecieran la historia principal, dejando, de paso, ciertas incógnitas abiertas para los capítulos venideros. Aquí no sucede esto.
“Crepúsculo” no lucha por definir una estética y una trama propias diferenciadas de las grandes franquicias fantásticas de la actualidad (“El Señor de los Anillos” y “Harry Potter”). No lo necesita. Su enorme, y previamente garantizado, éxito comercial anula prácticamente todos los aspectos artísticos. Así pues, este segundo capítulo aporta muy poco al “efecto saga”, no hay calado en su guión, no existe una profundización ni el la trama ni en los personajes; este asalto sólo añade masa superficial, roles planos, y no engrandece en absoluto el argumento conductor de la pretendida serie de cuatro títulos. En “Luna Nueva” no pasa realmente nada, tan sólo hay un desenamoramiento, una reconciliación, cinco hombres lobo de cera moldeada (y sin pelo en el pecho) y la presentación de una familia gay italiana.
Lo demás es pura artificiosidad, pop emocional, fotografía neblinosa, un conjunto vacuo aderezado con las poses emo-suicidas de Kristen Stewart y la constatación de que Chris Weitz no tiene sentido del ritmo (“La Brújula Dorada” no fue una excepción). El único logro de “Luna Nueva” es llevar el cliché del vampiro romántico al límite de lo vergonzante, mientras se carga, uno a uno, todos los dogmas fundamentales de la ortodoxia vampírica.
Manu Castro
@ManuCastroLSO
(19-11-2009)
Título Original: The Twilight Saga: New Moon | Género: Drama / Fantástico / Terror / Thriller | Nacionalidad: USA | Director: Chris Weitz | Actores: Kristen Stewart, Christina Jastrzembska, Robert Pattinson | Productor: Wyck Godfrey, Marty Bowen, Karen Rosenfelt | Guión: Stephenie Meyer (novela), Melissa Rosenberg | Fotografía: Javier Aguirresarobe | Música: Alexandre Desplat | Montaje: Peter Lambert
Sinopsis: En esta segunda entrega, Edward decide separarse de Bella mientras el personaje de Jacob Black adquiere un importante protagonismo. Jacob tendrá que proteger a Bella durante la ausencia de Edward, lo que propiciará que entre ellos crezca un estrecho vínculo. Jacob es un licántropo, el eterno enemigo de los vampiros. Ahora Bella se encuentra en medio de dos bandos a los que enfrenta una enemistad ancestral.
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