Rodan: Los Hijos del Volcán (1956)

 

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Qué cojones es eso?

Nacido en 1954, el Kaiju Eiga pudo morir de manera prematura apenas un par de años después de su alumbramiento. «Godzilla Contraataca» (1955) se estrenó menos de un año después de «Godzilla, Japón bajo el Terror del Monstruo«, la película que inauguró el género de monstruos nipones. A pesar de sus relativamente buenos resultados en la taquilla, esta precipitada secuela cosechó críticas negativas y no consiguió el favor del público. La productora Toho observó con preocupación la posibilidad de «quemar» a Godzilla antes de tiempo y decidió darle un giro al asunto, dejando al lagarto en el banquillo. De este modo surgió Rodan, el pteranodon gigante (el nombre original japonés, Radon, proviene de un par de sílabas extraídas de dicha palabra) capaz de volar a velocidades supersónicas, que podía arrasar ciudades enteras sólo con el batir de sus alas. La prehistórica mole voladora es la protagonista de una aventura a todo color que consiguió reunir al equipo original del primer Godzilla –Ishiro Honda en la dirección, el compositor Akira Ifukube, el productor Tomoyuki Tanaka y el maestro de los efectos especiales Eiji Tsuburaya (los dos primeros no participaron en la realización de «Godzilla Contraataca«)–. Honda venía de fracasar con «Jū Jin Yuki Otoko» (1955), también conocida como «Half Human«, su particular versión del hombre de las nieves que estuvo prohibida en Japón durante décadas por el supuesto tono racista contra una pequeña comunidad indígena llamada Ainu; pero de eso hablaremos otro día.

Sufrían tiempos convulsos en la compañía Toho cuando se estrenó «Rodan» en 1956; «el nombre más estremecedor en 2.000.000 de años», tal como citaba la publicidad de la época. Titulada en España, con bastante sutileza, «Los Hijos del Volcán«, fue esta la película que salvó de la extinción al Kaiju Eiga y al propio estudio. El argumento nos traslada a un pequeño y apacible pueblo minero, llamado Kitamatsu (situado en la isla Kyushu), donde han desaparecido dos trabajadores. La policía, desorientada por la naturaleza del caso, se ve desbordada cuando aparece el cuerpo sin vida de uno de los mineros. Comienzan a sucederse otras muertes, y pronto todos los habitantes de la zona tienen que enfrentarse a unos misteriosos insectos gigantes. Los meganulones, meganurones en japonés (así se llaman los bichos, identificados por el doctor Kashiwi), siembran el terror por la mina y los alrededores. Los mineros y las autoridades locales ponen en marcha una investigación para determinar el origen de las extrañas criaturas. Mientras tanto, se producen una serie de terremotos que parecen indicar que el cercano Monte Aso podría entrar en erupción. Para complicar aún más la situación, una base aérea próxima a Kitamatsu identifica un extraño objeto volador capaz de realizar unas maniobras increíbles a velocidad supersónicas. Pero la sorpresa más grande se produce cuando el equipo de investigación descubre un enorme huevo de un ave gigante prehistórica en el interior de la mina. Por supuesto, el huevo eclosiona, revelando un monstruo mucho más grande y aterrador que los meganulones. Es entonces cuando el ejército toma cartas en el asunto y traslada todo tipo de material bélico a la remota población.

El suspense inicial de la trama, casi terrorífico, definido por las desapariciones y las muertes inexplicables, recuerda al planteamiento de «La Humanidad en Peligro«, aunque «Rodan» acaba dirigiendo su vuelo a los lugares comunes del Kaiju Eiga. De nuevo está presente el fantasma atómico, ya que las ondas de choque provocadas por el monstruo son similares a las que se producen tras una explosión nuclear. Esta habilidad garantiza una buena dosis de destrucción, sobre todo urbana, con majestuosas maquetas arrasadas por columnas de aire. El ataque a Sasebo es abrumador. En este sentido, no podemos dejar de alabar el trabajo de Eiji Tsuburaya, al frente de unos efectos especiales que se beneficiaron del holgado presupuesto de la cinta, esta vez rodada en color, aunque no en CinemaScope. Hay que reconocer que Rodan es un monstruo formidable, una criatura temible con un carisma similar al de Godzilla. Toda la recta final, con la lucha épica en las laderas del volcán, el ejército disparando misiles de toda clase y condición, y las marchas militares de Akira Ifukube sonando a todo trapo, ponen la guinda a un pastel delicioso. «Sora no daikaijū Radon«, literalmente «Rodan, el Gran Monstruo del Cielo», es uno de los Kaiju Eiga más sabrosos que se pueden disfrutar dentro de este maravilloso género de monstruos colosales. Refiriéndose a este tipo de películas, Ishiro Honda diría lo siguiente tras el estreno de Rodan: «Los monstruos nacen demasiado grandes, demasiado fuertes, demasiado pesados; esa es su tragedia”. Por cierto, ¿rescate o suicidio? Ya me contaréis.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(09-02-2019)

 

• Lo mejor: La sombra del monstruo proyectada sobre el volcán.
• Lo peor: Los (muchos) humanos y sus historias nos importan poquito.

 

¿Sabías que…? Al igual que sucedió con las dos primeras entregas de «Godzilla«, «Los Hijos del Volcán» padeció un montaje diferente para su estreno en los Estados Unidos. Por un lado se eliminaron algunas escenas de los meganulones en la mina y por otro se recuperó metraje descartado por Ishiro Honda, como el nacimiento de la segunda cría de Rodan. La historia original escrita por Ken Kuronuma está inspirada en un incidente ocurrido en Kentucky en 1948, cuando el capitán Thomas F. Mantell, un piloto de la guardia nacional de Kentucky, murió en un accidente cuando perseguía un OVNI. El aspecto de Rodan en los pósters y las imágenes promocionales difiere sobremanera de su imagen final en la película. El nombre original en japonés, Radon, se cambió por Rodan a causa de una popular marca de sopa inglesa también llamada Radon. El nombre de los meganulon o meganulones (en japonés meganuron) proviene de meganeura, una especie de libélulas del periodo carbonífero que vivieron hace aproximadamente 300 millones de años.

 

 

 

Título Original: Sora no daikaijû Radon | Género: Aventuras / Drama / Terror | Nacionalidad: Japón | Director: Ishirô Honda | Actores: Kenji Sahara, Yumi Shirakawa, Akihiko Hirata | Productor: Tomoyuki Tanaka | Guión: Takeshi Kimura, Ken Kuronuma, Takeo Murata | Fotografía: Isamu Ashida | Música: Akira Ifukube | Montaje: Kôichi Iwashita

 

Sinopsis: Unas enormes criaturas que viven en el subsuelo aterrorizan a una pequeña comunidad de mineros. Se trata de unos insectos gigantes que provocan todo tipo de destrucciones. Poco después, los lugareños encontrarán un enorme huevo. De él surgirá un terrible saurio volador.

 

 

 

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