Mako, el Tiburón de la Muerte (1976)
El hombre que susurraba a los tiburones.
Permitidme que en esta reseña recurra a los puñeteros spoilers un poco antes de lo habitual, pero la ocasión bien lo merece. A Sonny Stein, personaje interpretado por el cargante Richard Jaeckel, le da una ventolera en las Filipinas y logra conectar a un nivel muy íntimo con los escualos locales. Sin saber por qué, un nativo le entrega un medallón que le permite ser reconocido como “hermano de los tiburones“, evitando de esta manera que los depredadores marinos lo devoren. Esta experiencia mística nos la cuenta el propio Stein una vez que ya nos hemos introducido de lleno en la cenagosa trama de “Mako, el Tiburón de la Muerte“. Antes de conocer su secreto, hemos podido contemplar como el bueno de Sonny liquidaba sin miramientos a un par de pescadores –y a un turista soplapollas– que trataban de capturar a uno de sus colegas dotado de aletas y varias filas de dientes. Enseguida comprendemos que se trata de un ecologista con tendencias homicidas. Tras los asesinatos, dirige su barca hacia el amarradero del deshabitado islote donde vive. Allí le espera un mad doctor y sus secuaces (uno de los cuales está interpretado por Harold Sakata, el Oddjob de “James Bond contra Goldfinger“). Entonces nos enteramos que Stein financia su tinglado particular pescando tiburones vivos para el instituto oceanográfico. “Es por su bien“, se dice a sí mismo, y a los tiburones, porque, efectivamente, Sonny habla y dialoga con los peces. Naturalista de mierda, oiga.
Después de tres asesinatos y un extraño trato –la entrega de un tiburón hembra embarazado para que dé a luz en un tanque del instituto–, Sonny se come una hamburguesa y se va de birras. De este modo llega al local (propiedad de un gordo infame) donde actúa, en un bochornoso espectáculo acuático, una bella mujer interpretada por Jennifer Bishop. Cae otra cerveza antes de ir a recoger carroña para sus amigos del mar. Quiere la providencia que su ruta pase justo por el lugar donde los dos esbirros antes mencionados intentan violar a la chica del bar; un servidor se pregunta qué narices hace un instituto científico contratando a un par de delincuentes sexuales, además de borrachos… Sonny hace migas con la moza y la lleva a ver los tiburones. Os prometo que no me invento nada. Después nos enteramos que la muchacha es la mujer del orondo hostelero, y ambos trazan un plan para conseguir uno de los tiburones de Sonny, con el objetivo de hacer más atractivo su penoso espectáculo marino. “Ten amigos para esto“, pensarán los tiburones. Además de Matilde, la tiburón embarazada, este peculiar activista “vende“ otro de sus colegas al infame y corrupto empresario. Para soñar. A estas alturas tenemos claro que el señor Stein es bastante gilipollas.
Volvemos a las Filipinas. Mientras realiza un trabajo rutinario para una sociedad de recuperación –el rescate del cargamento de plomo y cobre de un barco hundido durante la Segunda Guerra Mundial–, su equipo encuentra una caja fuerte repleta de lingotes de oro. Los bandidos de la zona se percatan del hallazgo y, tras un sangriento asalto al campamento de los cazatesoros, asesinan a todos menos a él. Sonny huye a la jungla, pero es perseguido y acorralado por los sicarios. Sus dos opciones son altamente atractivas: entregarse y morir asesinado a manos de los bandidos o arrojarse a unas aguas infestadas de tiburones. Opción B: chamán y medallón. Sonny tiene una nueva familia. Nada mejor que una buena charla sobre la protección del medio ambiente con un colega tiburón. Tras el flashback hace aparición la mengua intelectual del ecologista barra asesino en serie. Los del instituto liquidan a Matilde (la escena con las crías es antológica) y el gordo del bar se divierte torturando al tiburón en su espectáculo. Sonny se da cuenta demasiado tarde de su imbecilidad e inicia una venganza contra todo fulano viviente (mención especial merece la muerte de los dos matones). El argumento es pura magia conceptual, con una moraleja muy estudiada: “No le hagáis daño a los tiburones, dejadlos en paz, y ellos nos dejarán en paz a nosotros“. Bien por Grefe; y eso que me surgen ciertas dudas al ver alguna escena en la que los tiburones parecen ser asesinados de verdad.
Uno se acerca a la cinta dirigida por William Grefe (que también ejerce de guionista y productor), con la idea de visionar una explotación en toda regla del exitoso film de Steven Spielberg, “Tiburón“ (1975), pero no. Cierto que Grefe se sube al carro del terror acuático pos “Jaws“, pero su acercamiento es bastante más surrealista y transita muy alejado de otros subproductos de serie B del calibre de “¡Tintorera!“ (1977) de René Cardona Jr., “Tiburón 3“ (1981) de Enzo G. Castellari o la más destacada “Orca, la Ballena Asesina“ (1977) de Michael Anderson. “Mako“ juega en otra liga, a otro deporte. Se trata de un film embustero desde el diseño mismo de su póster, que no tiene nada que ver con el argumento que se desarrolla en la película (incluso la sinopsis oficial invita al engaño). Absurda en concepto y desarrollo, torpe, aburrida, carente de ritmo y, a pesar de todo, se disfruta como alocado acercamiento al tema “tiburón hambriento“, también como enajenada defensa medioambiental e incluso como thriller basurilla de venganzas. Le reconozco la osadía a Grefe. Hay que tenerlos cuadrados para intentar que alguien te financie una historia de este calado. Finalizo el comentario con las últimas palabras de Sonny (hablando con los tiburones), buena persona y mejor demente: “Debes matar a toda la gente que puedas, provocar el pánico hasta que nadie se atreva a entrar en el agua“.
Manu Castro
@ManuCastroLSO
(02-07-2016)
• Lo mejor: Funciona estupendamente como comedia disparatada.
• Lo peor: El conjunto es un tufo. A Richard Jaeckel no hay Dios que se lo crea. La matanza ¿real? de tiburones.
Título Original: Mako: The Jaws of Death | Género: Terror / Thriller | Nacionalidad: USA | Director: William Grefe | Actores: Richard Jaeckel, Jennifer Bishop, Buffy Dee | Productor: William Grefe, Doro Vlado Hreljanovic, Paul Joseph | Guión: William Grefe, Robert W. Morgan | Fotografía: Julio C. Chávez | Música: William Loose, Paul Ruhland | Montaje: Julio C. Chávez, Ronald Sinclair
Sinopsis: Sonny Stein es un gran aficionado a los animales, especialmente a los tiburones de Mako. Nada, juega y se comunica con ellos sin problemas. Un día, Sonny comete un error terrible: presta un par de sus “amigos“ tiburones a un grupo de biólogos para llevar a cabo unos simples experimentos. Pronto sus peligrosas experimentaciones se volverán mortales, y entonces ¡nadie podrá escapar de los tiburones de la muerte!
Último visionado: 05/03/2024 (Blu-Ray)