Sólo queda la venganza. Sin duda, la más cruda y violenta de todas las entregas de James Bond hasta la fecha. Timothy Dalton se pone por segunda vez en la piel de 007 para subirse a bordo de una sangrienta venganza que le enfrentará a un despiadado narcotraficante. Es la primera película de la saga que no posee el título de una novela o historia corta de Ian Fleming. En un principio se iba a titular “Licence Revoked” (Licencia Revocada), en referencia a los acontecimientos de la trama. Una parte del guión se inspira en el relato corto...

  Por un poco de silicio. De nuevo sucede que la cinta toma prestado el título de un cuento de Ian Fleming, en este caso “From a View to a Kill”, pero el guión es original, escrito por Michael G. Wilson y Richard Maibaum. El texto desarrolla una entretenida intriga en la que Bond se enfrenta a Max Zorin (maravilloso villano al que da vida el indispensable Christopher Walken), un empresario psicópata que planea destruir el Silicon Valley de California. La película fue un éxito comercial al igual que su magnífica canción principal “A View to a Kill”, interpretada...

  Algo confidencial. Richard Maibaum y Michael G. Wilson construyen un interesante guión que combina elementos y personajes de la recopilación de relatos homónima escrita por Ian Fleming. En esencia, se trata de un retorno a las tramas clásicas de espionaje en el marco de la Guerra Fría, esta vez con un toque más violento y realista que en ocasiones anteriores. Esta fue la última película de la franquicia distribuida únicamente por United Artists (el estudio se fusionó con la Metro-Goldwyn-Mayer poco después de su lanzamiento). Primera vez que Bond visita España en la ficción, por cierto. Manu Castro...