Partido plomazo. Tontada bochornosa y soporífera que intenta organizarse como vehículo para el “lucimiento” del soseras de LeBron James. El asunto no termina de carburar en ningún momento y la sobredosis de vergüenza ajena se hace insoportable. Los Looney Tunes no consiguen evitar este desastre de 115 minutos de duración y 150 millones de presupuesto dedicados casi en exclusiva a una interminable retahíla de cacoso product placement. El resto de la cinta es un insufrible remedo de “Ready Player One”, con ligeras trazas de “Tron”, carente de la menor gracia. Sin ser ninguna maravilla, la “Space Jam” original...