Amélie (2001)
Comentario
Construir nuestra realidad cotidiana a través de los sueños, resulta un ejercicio ingenuo y necio a los ojos de muchos, pero, qué es el cine si no una puerta abierta a las ensoñaciones que nutren de belleza, talento y magia un mundo con una preocupante tendencia al gris. Jeunet no abre una puerta, con “Amélie” derriba un muro, y provoca una avalancha de ideas y conceptos que invaden cada plano, cada movimiento de cámara. Film de luminosidad incontrolable, plagado de detalles y anécdotas; estamos ante una aventura que encandila y se detiene en lugares que suelen pasar inadvertidos.
Esta red humana entretejida por Jean-Pierre Jeunet arranca con un impecable prólogo, preciosa narración de la infancia y la juventud de una estimable y carismática heroína, interpretada con toda la dulzura y el magnetismo del que es capaz una soberbia Audrey Tautou. “Amélie” desbroza los devenires de unos personajes cautivadores y excéntricos, una comunidad de vecinos convertida en el objetivo de la ternura de una muchacha convencida de lograr su propia felicidad a través de la de los demás. Cine francés de carácter y esencia popular, donde París ejerce de evocador telón de fondo para la historia de amor de la joven del supuesto corazón débil y Nino (Mathieu Kassovitz), el coleccionista de fotos desechadas. Vida, magia y un gnomo viajero que reivindica un mundo de fantasía sin límites ni fronteras, nutren una propuesta cargada de talento y simpatía.
Manu Castro
@ManuCastroLSO
(02-05-2015)
Título original: Le Fabuleux Destin d’Amélie Poulain | Género: Comedia | Nacionalidad: Francia / Alemania | Director: Jean-Pierre Jeunet | Actores: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus | Productor: Helmut Breuer, Jean-Marc Deschamps, Claudie Ossard | Guión: Guillaume Laurant, Jean-Pierre Jeunet | Fotografía: Bruno Delbonnel | Música: Yann Tiersen | Montaje: Hervé Schneid
Sinopsis: Amélie no es una chica corriente. Ha visto a su pez de colores deslizarse hacia las alcantarillas, a su madre morir en la plaza de Notre Dame y a su padre dedicar todo su afecto a un gnomo de jardín. Creció y se convirtió en camarera en un bar de Montmartre. Su vida es sencilla: le gusta tirar piedras al Sena, observar a la gente y dejar volar su imaginación. De repente, a sus veintidós años, Amélie descubre su objetivo en la vida: arreglar la vida de los demás. Inventa toda clase de estrategias para intervenir, sin que se den cuenta, en la vida de varias personas de su entorno. La misión de Amélie se ve trastocada por la llegada de un extraño chico que colecciona fotos abandonadas en los fotomatones y busca desesperadamente identificar al hombre que aparece en ellas una y otra vez…
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