La mirada de un niño. Decía Hitchcock que el cine es la vida sin las partes aburridas. Para los neorrealistas italianos el cine retrata precisamente la parte aburrida de la vida, la parte fea, desagradable y dura. Porque la vida también es drama, y de ese reverso triste y desalentador se extraen las lecciones más valiosas, aquellas que dejan huella y revuelven la conciencia. Vittorio de Sica contribuyó a este movimiento cinematográfico con un puñado de obras, dos de ellas imprescindibles: “El Limpiabotas” (1946) y, sobre todo, la cinta que nos ocupa, “Ladrón de Bicicletas” (1948). Escalofriante retrato...
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