Joker (2019)

 

Algunas personas sólo quieren ver arder el mundo.

Todo en este mundo tiene una explicación (por incompleta o decepcionante que sea). Incluso las acciones más aberrantes obedecen a un porqué. Determinar estas cuestiones no siempre es tarea fácil, y cuando se trata del comportamiento humano la cosa se complica sobremanera. Es por esto que, en determinadas ocasiones –sobre todo ante hechos especialmente truculentos–, encontramos un extraño alivio en la más pequeña de las aclaraciones; quizá porque comprender del todo las motivaciones de un asesino de niños o un violador en serie podría comprometer nuestra cordura. Puede que sea ese el planteamiento más interesante de la película que nos ocupa: arrojar un hilo de luz sobre las pulsiones de un inquietante perturbado. En este sentido, no me parece que el film de Todd Phillips trate, como algunos sugieren, sobre enfermedades mentales. Tampoco creo que su objetivo sea articular una feroz crítica acerca de la degradación de los servicios sociales o airear las miserias de la sociedad occidental. Dichos elementos circunstanciales, y algunos otros que pululan por una ciudad de Gotham convertida en polvorín a punto de explotar, no son el eje de la narración, pero es cierto que constituyen la pizca de consuelo necesaria para abordar la desquiciante transformación de Arthur Fleck en el infame Joker.

De la autocompasión al homicidio. Transitando por los grandes acontecimientos y los pequeños detalles que modelan la malsana psique del Príncipe Payaso del Crimen, la película hace uso de “señuelos” como el desamparo, los abusos, la violencia, la pobreza o la soledad para explicar la trayectoria vital del protagonista (sin atisbo de justificación por sus actos, debo añadir). Así pues, en ningún momento se usa al personaje para elaborar un melodrama sobre trastornos mentales o una soflama acerca de la lucha de clases, porque existe otra interpretación, en mi opinión también errónea, que sugiere que este Joker sería una especie de antihéroe surgido del hartazgo obrero y erigido como referente y guía de los desarrapados de Gotham. Nada más lejos de las intenciones de una obra que subraya en varias ocasiones el talante apolítico de un sujeto que actúa por impulsos, sin objetivos definidos. Es más, el único “sic semper tyrannis” que aparece en el metraje proviene de un titular de prensa sensacionalista (y eso teniendo muy presente la secuencia donde la obra más subversiva de Charles Chaplin, “Tiempos Modernos”, queda reducida a inane divertimento para las élites gothamitas). Incluso los exaltados que salen a la calle a vitorear al payaso asesino no son más que los mismos tarados que vandalizarían su propio barrio tras una victoria de su equipo de fútbol. De nuevo observamos cómo estos ingredientes adquieren relevancia solamente a la hora de definir un contexto: el elaborado caldo de cultivo donde se gestó el mítico malvado.

No hay nada más triste que un chiste sin gracia, y la vida de Arthur Fleck es la peor de las bromas pesadas. Su historia no es un descenso a los infiernos, sino un periplo por el averno capitalista más ominoso y sórdido imaginable. Aseveraba el Joker de “Batman: La Broma Asesina” que “sólo hace falta un mal día para sumir al hombre más cuerdo del mundo en la locura”. Esto va más allá. Todd Phillips y Scott Silver retuercen realidad y enfermedad (difícil, por no decir imposible, discernir entre locura y cordura), manipulando cada nutritivo apunte del argumento para ponerlo todo (TODO) al servicio de la construcción definitiva del supervillano (de manera brillante y colateral, este “nacimiento” también supone la génesis de su antagonista alado y nocturno). Esta es, posiblemente, la “película de orígenes” más sólida que he visto. Joaquin Phoenix, cuyo personaje está presente en todas las secuencias de la película, se las ingenia para incomodar al público con cada gesto y cada reacción. Su composición es soberbia; hipnótica y repulsiva a un tiempo. Por cierto, más allá de las mil y una pajas mentales que propicia su visionado, “Joker” me ha parecido un film ultra coherente con la mitología Batman y respetuoso con el universo DC (en papel y celuloide) en grado sumo, algo de lo que me congratulo profundamente.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(07-10-2019)

 

• Lo mejor: Así nace el mal. Joaquin Phoenix. El trabajo de ambientación y la banda sonora de Hildur Guðnadóttir.
• Lo peor: Algún elemento demasiado masticado (los innecesarios flashbacks sin la vecina).

 

 

 

Título Original: Joker | Género: Drama / Thriller | Nacionalidad: USA / Canadá | Director: Todd Phillips | Actores: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz | Productor: Bradley Cooper, Todd Phillips, Emma Tillinger Koskoff | Guión: Todd Phillips, Scott Silver | Fotografía: Lawrence Sher | Música: Hildur Guðnadóttir | Montaje: Jeff Groth

 

Sinopsis:Joker” mostrará por primera vez los orígenes del icónico archienemigo por excelencia de Bruce Wayne/Batman. La historia sigue de cerca la vida de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un hombre con problemas psiquiátricos que vivirá una serie de acontecimientos que le harán convertirse en uno de los grandes villanos de DC Comics. El Príncipe Payaso del Crimen se cruzará en el camino de Thomas Wayne (Brett Cullen) y se acercará a su hijo, el futuro Caballero Oscuro en su versión joven (Dante Pereira-Olson).

 

 

 

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