La pesadilla del futuro. A la saga “Terminator” se le había atragantado (argumentalmente) una tercera parte entregada por completo al inútil espectáculo que suponen unos FX con sobredosis de adrenalina y un descontrol absoluto en el plano narrativo; aquella entrega fue un diluvio descontrolado que acabó por ahogar un guión nulo, ineficaz incluso a la hora de gestionar las escenas de acción. Los viajes en el tiempo habían perdido en “Terminator 3” el encanto de la paradoja, desarmando el objetivo principal de las dos primeras películas: el día del juicio final es inevitable, por mucho que se empeñen...