The Florida Project (2017)

 

No se juega con los turistas.

Existen ciertas claves que nos ayudan a entender una triste realidad de nuestros días que, aunque dramática y cotidiana, pretende ser ocultada. Se trata de un par de elementos que, por desgracia, no invitan a contemplar el futuro con demasiada esperanza. Hablo de dos dogmas fundamentales e irrenunciables del capitalismo, dos principios rectores que aceleran su implantación en este mundo de globalización económica. Por un lado, la concentración de la riqueza en cada vez menos manos; por otro, la precariedad como estilo de vida para cada vez más personas. Esta ominosa separación de los seres humanos del planeta entre (muy) ricos y (muy) pobres, que la clase dominante pretende hacer pasar por monolítica e inevitable, debería plantear un escenario donde la violenta colisión entre los que lo poseen todo y los que no tienen nada, resultara tan necesaria como ineludible. Así debería ser, si no fuera por un ruin plan de contingencia… Un sistema tan siniestro como el que padecemos se construye sobre la solidez de este tipo de estrategias abominables, que requieren de la mezquindad de multitud de secuaces.

Durante décadas, la manipulada clase media occidental ha asumido, con no demasiado desagrado, su papel estabilizador. Los miembros de esta clase social intermedia no son tan numerosos como los trabajadores y los desarrapados juntos, ni mucho menos (de hecho, su volumen se ha ido reduciendo con los años), pero son suficientes (sobre todo en los Estados Unidos) para dotar de una falsa sensación de estabilidad a un sistema que no entiende de equilibrios. La analogía que se establece entre esta terrible verdad y la explícita obra de Sean Baker (“Tangerine”), “The Florida Project”, donde la multinacional Disney (con sus multimillonarias adquisiciones) es el ejemplo más palmario de cómo se aglutina el vil metal, y los protagonistas de su película (niños desamparados, pobres, marginados y trabajadores) sufren todas las consecuencias de este sistema de explotación extrema, se hace mucho más dura de afrontar cuando observamos el papel fundamental que tienen los turistas (esa clase media que viaja despreocupada con dólares en sus bolsillos, seguros de poder comprar cualquier cosa) dentro de esta maquinaria de triturar personas.

Si el talante de la corporación se hace notar en esa última secuencia “robada” intramuros de Disney World –templo erigido en torno al oropel y los espejismos–, la mezquindad de sus adláteres consumistas queda reflejada en una furgoneta de reparto de limosnas, un helicóptero de recreo que alza el vuelo una y otra vez ante la atenta mirada de unos chiquillos que deambulan sin rumbo o las habitaciones de motel barato transformadas en sórdidos lupanares. La impunidad con la que los acomodados hacen uso de los miserables tiene lugar en la periferia del imperio del ratón Mickey. No hace falta esforzarse demasiado para localizar todas las grietas y los desconchones del sueño americano, transformado en una pesadilla donde un asalariado pinta con colores llamativos un improvisado refugio para supervivientes de la voracidad del capital. El personaje interpretado por Willem Dafoe (maravilloso) es el héroe que insufla humanismo a la devastación que han heredado los sometidos. El retrato dinamita cualquier tipo de mascarada: los Estados Unidos son una sociedad quebrada y fallida, por mucho helado que comamos a la sombra del castillo de cartón piedra de la Cenicienta.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(22-02-2018)

 

• Lo mejor: Su reivindicación de la esperanza entre tanta miseria.
• Lo peor: Ojalá la temporada de premios le conceda la relevancia que merece.

 

 

Título Original: The Florida Project | Género: Drama | Nacionalidad: USA | Director: Sean Baker | Actores: Brooklynn Prince, Bria Vinaite, Willem Dafoe | Productor: Sean Baker, Chris Bergoch, Kevin Chinoy | Guión: Sean Baker, Chris Bergoch | Fotografía: Alexis Zabe | Música: Lorne Balfe | Montaje: Sean Baker

 

Sinopsis: Moonee (Brooklynn Prince) es una niña que sueña con ir a Disney World. Claro que lo más cerca que ha estado del emblemático país de los sueños es un motel de las afueras de Orlando (Florida), llamado Magic Castle Motel. Allí vive con su joven madre Halley (Bria Vinaite), una mujer soltera y a la deriva que se busca la vida siempre al borde de la legalidad. Moonee se pasa el día jugando con su amiga Jancey (Valeria Cotto) en este escenario donde el alcohol, las drogas y la prostitución son el telón de fondo. Lo más parecido que Moonee tiene a un padre es Bobby (Willem Dafoe), el gerente del motel, un hombre cauto y diligente que es un auténtico ángel guardián. Sin duda este promete ser un verano inolvidable para Moonee.

 

 

 

 

 

 

 

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