La Invasión de los Zombies Atómicos (1980)
Jet lag atómico.
El eminente profesor Hagenbeck (que trabaja como investigador en una central nuclear) está a punto de llegar a una indeterminada ciudad norteamericana. Para cubrir tan destacado acontecimiento, el periodista Dean Miller se traslada al aeropuerto junto con su cámara. Durante la maniobra de aproximación, la torre de control detecta que algo no va bien en la aeronave. Los servicios de emergencia y el ejército toman posiciones en la pista de aterrizaje, apostados a la espera del avión modelo “Hércules”. Cuando el aparato toma tierra, se produce algo aterrador e inesperado: de su interior surge una horda de monstruosas criaturas humanoides con deformidades horribles y una ira inusitada. El lugar se transforma en una sangrienta carnicería en pocos minutos. “Dios mío, es increíble… ¡es absurdo!”, exclama Miller mientras es testigo de multitud de salvajes asesinatos. Al parecer, a los tipos del avión los ha dejado hecho mierda una fuga radioactiva y ahora necesitan sangre fresca para continuar con vida. Por supuesto, la enfermedad que portan se transmite con rapidez, la misma que se dan estos seres de piel carbonizada cuando se trata de abandonar el aeropuerto para adentrarse en una ciudad transformada en pesadilla.
El ejército, con el general Murchison (Mel Ferrer) a la cabeza, trata de censurar la información acerca del terrible suceso mientras intenta contener el brote en la sombra. Sus esfuerzos son en vano; las criaturas se esparcen por la ciudad con una celeridad asombrosa. Francisco Rabal (el Mayor Warren, nada menos) y Manuel Zarzo, ambos miembros de las fuerzas armadas, trazan planes absurdos para atajar una situación muy jodida. Mientras tanto, Miller, interpretado por el mexicano Hugo Stiglitz –una imposición de los productores de ese país (en un primer momento se pensó en Franco Nero y Fabio Testi para el papel)–, consciente de la gravedad de todo lo que está sucediendo, trata de huir de la ciudad junto con su esposa Anna Miller (a la que da vida Laura Trotter). Como pueden comprobar, el argumento evita las complicaciones y va al grano con presteza, sin plantear enredos innecesarios. La cinta hace gala de un ritmo frenético desde el primer minuto. La acción y el terror se entremezclan, fluye el gore y los desnudos gratuitos. Entre maquillaje cutre, intervenciones sobreactuadas y torpes efectos especiales, asistimos a un repertorio de diálogos lisérgicos y situaciones imposibles que parecen más propios de una parodia que de un film serio.
“La Invasión de los Zombies Atómicos” (1980) es una curiosa coproducción hispano-ítalo-mexicana de terror (rodada en Madrid), una explotación comercial del cine de zombies que Romero (junto a Dario Argento) había vuelto a poner de moda con su magnum opus “Zombi” (1978). Incluso la banda sonora de Stelvio Cipriani recuerda un poco al sonido del grupo Goblin. Dirige la cinta el italiano Umberto Lenzi, destacado realizador dentro del cinema bis del viejo continente de la década de los setenta, con una filmografía en la que desatacan sus thrillers policiacos y algún giallo meritorio. Aquí canibaliza la esencia del subgénero de muertos vivientes y convierte sus señas de identidad en un producto netamente trash, ultraviolento y con tendencia a la bizarrada. Un tanto alejado de los spaghetti-zombies de aquellos años –“Nueva York bajo el Terror de los Zombies” (1979) de Lucio Fulci o “Apocalipsis Caníbal” (1980) de Bruno Mattei–, Lenzi nos propone otro tipo de zombis –en realidad se trata más bien de infectados y no de muertos vivientes–, unos que parecen tener voluntad e intención; además, manejan armas y objetos para distanciarse de manera decidida del canon romeriano.
Convertida con los años en cinta de culto, los grandes activos de esta propuesta van siempre de la mano del disparate y las muchas situaciones de comicidad inintencionada que plagan su metraje. De argumento estrafalario y desarrollo aún más alucinante, “La Invasión de los Zombies Atómicos” es una verbena sin pretensiones, casi una caricatura accidental del subgénero. Alguno puede ver trazas de cierto alegato antinuclear o antimilitarista en esta obra, algo que también forma parte del encanto de la misma. De lo que no cabe duda es de que Lenzi se adelantó varias décadas a la mutación del zombi en infectado, creando un referente para títulos actuales tan destacados como “28 Días Después” de Danny Boyle y el “Planet Terror” de Robert Rodríguez. Tras esta producción, el italiano le cogió el gusto a canibalizar cine de género y el mismo año del estreno de la película que nos ocupa, repetiría la jugada con “Holocausto Caníbal”, presentando “Comidos Vivos”, su exploit antropófago –más tarde lo intentaría de nuevo con “Caníbal Feroz” (1981)–; pero esa es una historia que os contaré en otra ocasión.
Manu Castro
@ManuCastroLSO
(02-07-2004)
• Lo mejor: Hugo Stiglitz, a fuego en todo momento.
• Lo peor: No sintonizar con ella.
Título Original: Nightmare City | Género: Terror | Nacionalidad: España / Italia / México | Director: Umberto Lenzi | Actores: Hugo Stiglitz, Laura Trotter, Maria Rosaria Omaggio | Productor: Diego Alchimede, Luis Méndez | Guión: Antonio Cesare Corti, Luis María Delgado | Fotografía: Hans Burman | Música: Stelvio Cipriani | Montaje: Daniele Alabiso
Sinopsis: El periodista Dan Miller se dirige al aeropuerto con su cámara para entrevistar a un famoso científico. El avión militar que esperan pierde el control y se ve obligado a realizar un aterrizaje de emergencia. Aparentemente parece que no hay señales de vida en el aparato, pero al abrir la puerta del avión una horda de zombies armados e infectados por radioactividad ataca a todos los militares presentes. Dan huirá e intentará difundir la noticia pero, ante la imposibilidad de hacerlo por culpa de las presiones de los militares, decide ir en busca de su novia para salvarla.
Último visionado: 02/06/2017 (DVD) | 29/04/2023 (Blu-Ray) (Shitty Sessions)