Dunkerque (2017)

 

Orden de alto.

No es mi intención analizar la última película de Christopher Nolan atendiendo a su rigor histórico, pero sí me parece interesante mencionar un par de detalles sobre lo ocurrido en Dunkerque del 26 de mayo al 4 de junio de 1940. La Segunda Guerra Mundial está en su segundo año y la bota nazi pisotea sin piedad el continente europeo. El 10 de mayo empieza la Batalla de Francia. La “guerra de broma” había terminado. Los holandeses prácticamente reciben a los teutones con los brazos abiertos. En respuesta a semejante maniobra, el Comandante Supremo Aliado, el francés Gamelin, que aún confiaba en la Línea Maginot (en fin…), da la orden de invadir Bélgica cuando ya se había colado –sin invitación, claro– una manada de alemanes armados hasta los dientes a través de las “intransitables” Ardenas. Entre pitos y flautas, Erich von Manstein se saca de la manga el “corte de hoz” y flanquea al ejército aliado llegando a la costa del Canal de la Mancha el 20 de mayo. El resultado de todo esto fue la separación del Primer Ejército Francés, el Ejército Belga y la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF) de la mayoría de tropas francesas situadas al sur del avance alemán, que constituían el grueso del contingente aliado. De esta manera, 400.000 franceses, belgas y británicos se quedaron aislados. Los ejércitos alemanes empujando. Las posaderas contra el mar; la cosa pintaba bastante jodida…

Hay quien dice que fue un gesto hacia Churchill, pensando en la posguerra –quizá con el enemigo de todos ellos asomando en el horizonte (ya se barruntaba la Operación Barbarroja y Hitler deseaba [y necesitaba] una paz diplomática con el Imperio antes de atacar la URSS)–. El caso es que el 24 de mayo alguien en el Alto Mando alemán le sugirió a Adolf detener los vehículos blindados alemanes que sin duda hubieran triturado a todo pollo viviente en las playas francesas (ojo, con Inglaterra discutiendo una posible rendición condicional ante Alemania). La Wehrmacht se tomó entonces tres días de asueto y la Luftwaffe de Hermann Göring asumió la tarea de aniquilar al enemigo, pero en plan “tranqui” –cortesía bávara; lo mismito sucedería más tarde en el Frente Oriental, oiga–. La Royal Navy aprovechó esas 72 horas de “tregua” para organizar la evacuación de las tropas aliadas. Unos 338.000 hombres fueron trasladados a las islas británicas en apenas 11 días (215.000 británicos y 123.000 franceses). Por supuesto, la historia oficial se queda con la Operación Dinamo y el milagro de Dunkerque; la BEF arrinconada y aquellos chavales en la playa, en filas, esperando embarcar para volver a casa. La tensión, el enemigo a las puertas… resulta todo muy cinematográfico.

Volvamos a la película. Pero antes una confesión: Vin Diesel no me cae demasiado bien. Tampoco me suelen gustar sus interpretaciones, pero cuando un nazi de mierda le mete un bala en el cuerpo y se lo carga en “Salvar al Soldado Ryan”, se me encoge el corazón, lo admito. Una lágrima resbala por mi mejilla al ver partir a ese espagueti tonto del culo o a cualquier otro fulano de su pelotón. Apenas lo conocía de un puñado de escenas previas y un abrumador desembarco, pero resulta más que suficiente para empatizar con él. Esto es posible gracias a la pericia de un narrador (y Spielberg es un excepcional cuentacuentos) capaz de crear un vínculo sólido entre personaje y público –más allá de demostrar una habilidad técnica sobresaliente al servicio del macabro espectáculo de la guerra–. En este sentido, “Dunkerque” se posiciona desde el minuto uno como deslumbrante catálogo visual, abrumador y colosal por momentos, con tomas de una calidad sin mácula. Tan aséptico planteamiento condiciona una trama que se antoja más fría que las gélidas aguas del Canal de la Mancha en invierno. La desconexión con el elenco es absoluta. El reparto aparece repleto de personajes desdibujados, incompletos; figuras grises que pululan por la arena, suben y bajan de barcos sin dejar rastro.

Hay partes de la narración que parecen solidarizarse con los soldados y se aíslan unas de otras de manera inexplicable. Algo parecido sucede con la continuidad entre las secuencias de tierra, mar y aire. Las intenciones narrativas de este montaje deslavazado no quedan claras (se supone que el objetivo es mantener al respetable en vilo). En este punto vuelvo al desasosiego de la espera, a la situación límite de vida o muerte; por lo visto, de eso se trata (según Nolan esto no es un film bélico, sino “una historia de supervivencia y, por encima de todo, una película de suspense”). Vale. Hay cierto grado de tensión, no cabe duda, pero resulta tan forzada como la machacona banda sonora de Zimmer. Para más inri, la amenaza del cerco alemán es casi imperceptible, más allá del infernal sonido de los Stuka (si me vendes esa moto, véndemela bien). La escotilla trabada, sube el agua, escasea el combustible; angustia y claustrofobia de manual… Artificio. El incansable tictac de un reloj sobrevuela toda la cinta y anticipa un anticlímax más desconcertante que ese drama por el drama que se revela en la forma de fortuito accidente en la mar. Admito cualquier tipo de trampa emotiva cuando el embuste no es demasiado evidente, pero aquí el melodrama parece diseñado por el Coyote con un kit marca ACME. El final de esta cuenta atrás tiene la pólvora mojada (me reservo mi opinión sobre el recibimiento a las tropas y el discurso de Churchill).

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(25-07-2017)

 

• Lo mejor: La aplastante potencia visual de algunas de sus secuencias.
• Lo peor: El artificio como carburante de la trama.

 

 

Título Original: Dunkirk | Género: Acción / Drama / Bélico | Nacionalidad: Reino Unido / Holanda / Francia / USA | Director: Christopher Nolan | Actores: Fionn Whitehead, Damien Bonnard, Aneurin Barnard | Productor: Jake Myers, Christopher Nolan, Emma Thomas | Guión: Christopher Nolan | Fotografía: Hoyte Van Hoytema | Música: Hans Zimmer | Montaje: Lee Smith

 

Sinopsis: En plena Segunda Guerra Mundial, cientos de miles de británicos y tropas aliadas se encuentran rodeados por las fuerzas enemigas en la ciudad francesa de Dunkerque. Atrapados en la playa con el mar a sus espaldas, se enfrentan a una situación imposible mientras el ejército contrario se acerca. La película relata la Operación Dinamo, también conocida como el milagro de Dunkerque, una complicada operación de evacuación del destacamento aliado en territorio francés que tuvo lugar a finales de mayo de 1940. Esta operación permitió el rescate de más de 200.000 soldados británicos y más de 100.000 franceses y belgas.

 

 

 

 

 

 

 

 

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