Swiss Army Man (2016)

Swiss Army Man (2016)

 

La absurda condición humana.

Somos una especie compuesta por individuos muy raros, no cabe duda. Hacemos cosas la hostia de extrañas, además de comportarnos como auténticos tarados. Y no sólo a la hora de madrugar a las cinco de la mañana para ir a trabajar; pijadas de un calibre similar las realizamos a centenares, todos los días. A nivel social la cosa es aún peor y en muchos casos se dispara hasta el absurdo. Nos relacionamos con nuestros congéneres a base de carencias emocionales severas, haciendo uso de un descabellado cóctel de tabúes y unas reglas de conducta completamente disparatadas; en definitiva, es esta una puerta abierta para que el miedo –al rechazo, al ridículo, a la no aceptación, a la muerte– domine nuestra existencia. Debemos admitir que transitamos por un planeta repleto de gente a la deriva, de náufragos. Uno de esos náufragos es Hank Thompson (Paul Dano), prototipo de ente temeroso, desesperado (la introducción del personaje, a través de las lapidarias frases escritas en sus mensajes de socorro, es memorable). Este joven alienado –a causa de todas las incoherencias de este mundo– es un habitante de la nada y yace perdido en una isla desierta. El miedo a la soledad hace presa de él. El pavor lo ha trasformado en un muerto en vida. Hank toma la decisión de quitarse de en medio. Es entonces, en tan crítico momento, con el muchacho al borde del suicidio, cuando un fiambre putrefacto arriba a las costas de aquel remoto pedazo de tierra. Si es cierto que la empatía es innata al ser humano, podemos afirmar, de manera rotunda, que se trata de la forma más maravillosa de supervivencia. ¡Hola, amigo!

La flatulencia de un semejante puede salvarte la vida. El zombie de la playa es Manny, un muerto que ha decidido no quedarse en el tedioso estado que sucede a la existencia. Hank encuentra en él un auténtico bote salvavidas, un vehículo para la salvación. Propulsado por los pedos de Manny (sic), Hank se aferra de nuevo a ese arte que consiste en seguir respirando, pase lo que pase. Tras la extraña travesía marítima, llegamos a un bosque deshabitado. En este lugar, los vestigios de la civilización se reducen a viejas revistas, chatarra y un interminable carrusel de objetos desechados. Manny, en su condición de navaja multiusos humana, provee de agua, fuego e ingeniosos útiles a Hank. Juntos construyen un lugar a parte. Su lugar. El primero comienza a sentirse vivo otra vez. El segundo deja de sentirse sólo, de tener miedo y, por primera vez, comienza a vivir. Esta vida en el bosque, protagonizada por tan peculiar pareja, es una cautivadora parodia de la sociedad moderna, un esperpento modelado a base de basura desperdigada por la naturaleza; el mundo real está hecho de mierda, sin duda alguna. Avanza el aprendizaje de ambos personajes. El repaso a todas las facetas de la condición humana es embriagador; algo sorprendente, tratándose de una película que avanza al ritmo de las sonoras flatulencias de Daniel Radcliffe. A estas alturas, “Swiss Army Man” es un esperanzador acercamiento a los entresijos del amor y la amistad, a través de un no-muerto empalmado que desea conocer todo lo que la vida puede ofrecer y su mentor, un sujeto incapaz de ser el mismo, atrapado en las redes de la vergüenza y el qué dirán.

Entre los dos tratan de superar sus numerosos déficit afectivos. Las lecciones son muchas. Este teatro de lo absurdo reconforta y nos abraza desde una emotividad inesperada. La obra de los Daniels es cine con punch, ese que genera un generoso feedback con la audiencia. Recién salido de la proyección, mi cara tuvo que ser un poema; con expresión de capullo obnubilado, supongo. Aquel día vi toda clase de rostros; rictus de asombro, gestos de emoción, incluso de rechazo, pero ninguno de indiferencia. Al menos nadie optó por la inexpresividad. Creo que aquella noche todos salimos de la sala un poco más humanos, sintiendo un poquito más, aunque fuera asco. Porque la vida, la humanidad, también puede ir de eso, de gases putrefactos; podemos encontrar la felicidad compartiendo una ventosidad maloliente con los amigos, la familia o la pareja. El sentir se establece aquí como un inmenso abanico de posibilidades. “Swiss Army Man” plantea una oda a la vida –y a nosotros– tan divertida como adictiva. El rechazo del molde y el conformismo, es igual de contundente. Si nuestra estancia en esta bola azul se reduce a los temores inducidos por una sociedad enferma, más nos valdría acabar nuestros días colgando de un cocotero en una isla desierta; a fin de cuentas, la lámpara de una habitación impregnada por la indolente señal wifi. El acto de expresar nuestros sentimientos y de relacionarnos, no debería atender a filtros morales construidos en torno al miedo. Me gustas, te quiero, y si te tiras un pedo, “sí, he sido yo”.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(10-12-2016) (FICX54 – Géneros Mutantes)

 

• Lo mejor: Su contagiosa vitalidad.
• Lo peor: Su generoso apartado escatológico puede generar un rechazo (muy) injusto.

 

Swiss Army Man (2016)

 

Título Original: Swiss Army Man | Género: Aventura / Comedia / Drama | Nacionalidad: USA | Director: Dan Kwan, Daniel Scheinert | Actores: Paul Dano, Daniel Radcliffe, Mary Elizabeth Winstead | Productor: Miranda Bailey, Lawrence Inglee, Lauren Mann | Guión: Dan Kwan, Daniel Scheinert | Fotografía: Larkin Seiple | Música: Andy Hull, Robert McDowell | Montaje: Matthew Hannam

 

Sinopsis: Tras una larga temporada aislado en una isla desierta, Hank encuentra compañía en el flatulento cadáver de un joven que el agua ha traído hasta la orilla. Poco a poco, el náufrago y el fiambre desarrollan una hermosa amistad.

 

 

Swiss Army Man (2016)

 

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