La Escalera de Jacob (1990)

 

Bienvenidos a Vietnam, capullos.

Vietnam fue una guerra de mierda. Más que otras guerras, y ya es decir. Aquel conflicto, enquistado en la esencia misma de una nación construida en torno a los poderes bélicos, ha mutado en complejo insuperable dentro de la historia estadounidense. En este sentido, Jacob Singer (maravilloso despliegue el ejecutado por Tim Robbins), veterano que continúa viviendo una angustiosa pesadilla lejos de la jungla, alberga en su ser todo lo malo que los soldados se trajeron de vuelta de aquella enajenación de balas, explosivos y productos químicos –lo que dejaron en el Sudeste Asiático fue aún peor, pero Hollywood pocas veces se enfanga tanto–. Su desquiciada mente transita en los límites de la realidad, empujada al abismo por los recuerdos y los fantasmas del pasado. De sus tribulaciones surge una obra maestra, indispensable por muchas razones; por su ambientación de pesadilla, por la meticulosa dirección de Adrian Lyne, por la intensidad y el dramatismo que desprenden todas y cada una de sus escenas (inolvidables las secuencias del metro y la fiesta…). Entre tantas virtudes, resulta imposible olvidar la hipnótica interpretación de Tim Robbins y la sublime banda sonora de Maurice Jarre.

La película navega entre el thriller de sospechas y el terror psicológico, siempre a través de una línea visual impecable. Lyne no renuncia al horror más descarnado, ofreciendo algunas secuencias muy sangrientas, cercanas al gore. Porque “La Escalera de Jacob” es un descenso a los infierno de la sinrazón bélica; una travesía sofocante que indaga en la locura y el horror que surgen del dolor, haciendo uso del trauma como mecanismo de suspense. Es este un viaje aterrador e inquietante, de atmósfera cautivadora, cuyo fin de trayecto es la paz de la redención/catarsis (escaleras arriba, a través de la iconografía cristiana). La precursora de la saga “Silent Hill” (la estética y el tratamiento del terror son similares en ambas obras) se configura como una película fundamental, inquietante y difícil de ver (hasta Papá Noel es un cabrón en esta cinta). Una experiencia dura, que deja huella, desazón y tristeza, pero también calma y desahogo en el espectador. “Pareces un querubín”, le dice Jacob a Louis, su quiropráctico (interpretado por Danny Aiello). En su plácida clínica encontramos un remanso de quietud y seguridad en mitad del báratro.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(25-08-2004)

 

• Lo mejor: Jacob en la bañera.
• Lo peor: Que su planteamiento radical le reste público.

 

¿Sabías que…? La escalera de Jacob es una estructura mencionada en la Biblia (Génesis 28,11-19) por la que los ángeles ascendían y descendían del cielo. De manera informal, también se ‪conoce como escalera de Jacob al arco eléctrico producido por un dispositivo formado por dos conductores rectos en forma de V. ‬Para mejorar el cebado del arco y que este se inicie en la parte más baja de la V, se introduce un tercer electrodo corto (llamado de Gabriel) entre los dos principales. En la película, el hijo muerto de Jacob se llama Gabe (Macaulay Culkin), en referencia al arcángel Gabriel.

 

 

Título Original: Jacob’s Ladder | Género: Terror / Thriller / Drama | Nacionalidad: USA | Director: Adrian Lyne | Actores: Tim Robbins, Elizabeth Peña, Danny Aiello | Productor: Alan Marshall | Guión: Bruce Joel Rubin | Fotografía: Jeffrey L. Kimball | Música: Maurice Jarre | Montaje: Tom Rolf

 

Sinopsis: Atormentado por los recuerdos de la guerra, Jacob Singer continúa viviendo una angustiosa pesadilla. Los fantasmas del pasado resurgen por encima del presente y Jacob lucha con todas sus fuerzas por aferrarse a la realidad y aclarar todo lo que está ocurriendo en el interior de su mente.

 

 

 

 

 

 

 

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