Matrix (1999)

 

Despierta, Neo. Matrix te posee.

What is the Matrix? Esta simple pregunta no sólo le quitaba el sueño a un atribulado Neo. También actuó de punta de lanza de una de las campañas de publicidad más destacadas del incipiente Internet de 1999; red que por aquél entonces, hace ahora tres años, aún parecía mágica y plagada de misterios. Así pues, la cinta que nos ocupa ya se había convertido en todo un fenómeno meses antes de su estreno, creando una expectación, no diré sin precedentes, pero sí de envergadura poco usual. Los hermanos Wachowski construyen su oda al ciberpunk en torno a esa incógnita, hipervínculo a uno de los grandes paradigmas de la ciencia-ficción: la creación de la inteligencia artificial. Si bien es este el núcleo central de su argumento (intentaré no desvelar ningún punto clave de la trama a lo largo de la reseña), es la evidente carga filosófica del guión la que actúa de argamasa entre los muchos y jugosos planteamientos que aborda el film y las espectaculares secuencias de acción que lo articulan. El protagonista, un hacker llamado Neo, tiene serias dudas acerca de la verosimilitud del mundo que le rodea. El joven está convencido de que algo no funciona dentro de una realidad que la mayoría da por sentada. La trama traslada el mito de la caverna de Platón a un presente cibernético de informática omnipresente, y lo fusiona con un abanico de referencias que también indagan en los entresijos de lo real, lo ficticio y lo virtual. No son pocos los problemas filosóficos y morales que plantea la película, siempre desde la delgada línea que separa la realidad de los sueños, hoy día difuminada por la deshumanización de una sociedad moderna cada vez más opresiva y alienante.

La recreación de una realidad impostada, es el marco que cobija la colisión entre la consciencia biológica y la artificial. En este sentido, “Matrix” guarda un evidente paralelismo con varias obras que actúan de referentes ineludibles. Puede que “Neuromante” (William Gibson, 1984), novela que nos introduce en un futuro de redes digitales y ladrones informáticos –universo donde también se desarrolla el relato corto “Johnny Mnemonic”–, sea el más obvio. Cabe citar “2001: Una Odisea del Espacio”, “Colossus: El Proyecto Prohibido” o “Terminator”, títulos que se adelantaron al plantear la posibilidad de que las máquinas creadas por la humanidad, y dotadas de inteligencia artificial, se revelaran contra sus creadores; con la figura de Asimov, y su literatura sobre robots, bien presente. Sin olvidar “El Mundo Conectado» (Rainer Werner Fassbinder, 1973), largometraje basado en la novela “Simulacron-3” de Daniel F. Galouye (que también inspiró a “Nivel 13”), donde se presenta una simulación electrónica de la sociedad actual y futura, parecida a la falsa ciudad donde transcurre «Tiempo Desarticulado” (Philip K. Dick, 1959). Por último, “Memorias de Ijon Tichy”, del escritor polaco Stanisław Lem, es un relato que describe una serie de universos mecánicos habitados por seres virtuales que adquieren plena consciencia de su existencia. Al igual que en “Matrix”, en esta obra aparecen adivinadores (oráculos), espíritus (agentes) y la paramnesia (déjà vu), que indica la presencia de anomalías en el sistema. Los guiños a “Alicia en el País de las Maravillas” (“Sigue al conejo blanco”, “yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos…”) y destellos que recuerdan al planteamiento de “Abre los Ojos”, completan este crisol de ingredientes.

Establecida la base narrativa, las influencias visuales nos remiten, sin ningún género de dudas, a la obra de culto “Ghost in the Shell”. Desde la lluvia digital de “Matrix” (una reinterpretación de la intro del anime), hasta el diseño de muchas de las secuencias de acción, ambos films no sólo comparten una estética y arquitectura similar, sino un tratamiento que fusiona la espiritualidad con la inevitable evolución hacia lo artificial; siempre a través de temas y arquetipos que nos devuelven al punto de encuentro que es “Neuromante”. Si bien es cierto que la película de Mamoru Oshii transita más próxima a los neones de “Blade Runner” y el aroma a megalópolis de “Akira”, los Wachowski parecen más interesados en indagar en los callejones oscuros de esa joya titulada “Dark City”, dirigida por Alex Proyas. El apartado técnico, incluso más allá del asombroso bullet time (la escena de Keanu Reeves esquivando las balas ya es un icono del séptimo arte), despliega un repertorio de alucinantes efectos especiales que, combinados con las estilizadas coreografías de artes marciales, una banda sonora sublime (menudo repertorio de temas suenan en la cinta, además del fabuloso score compuesto por Don Davis) y la capacidad evocadora de sus imágenes y secuencias, convierten el visionado de esta película en una experiencia de fruición desbordada. A este vendaval de halagos (nada gratuitos), se une la construcción de un villano antológico, con todas las letras. El agente Smith (“¿Oye eso, señor Anderson? Es el sonido de lo inevitable… es el sonido de su muerte”) es un cabronazo de aúpa, un antagonista a la altura de uno de los mejores films fantásticos de los noventa.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(21-02-2002)

 

• Lo mejor: Tomar la pastilla roja.
• Lo peor: Reducirla a su deslumbrante apartado visual.

 

 

Título Original: The Matrix | Género: Acción / Thriller / Ciencia Ficción | Nacionalidad: USA | Director: Andy Wachowski, Larry Wachowski | Actores: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss | Productor: Joel Silver | Guión: Andy Wachowski, Larry Wachowski | Fotografía: Bill Pope | Música: Don Davis, Marilyn Manson, Rob Zombie | Montaje: Zach Staenberg

 

Sinopsis: Un singular grupo de personas dotadas de sorprendentes poderes intenta reclutar a Neo, un joven pirata informático. Desde ese momento, y sin saber la causa, una serie de sucesos, cuyo origen parece residir en algo llamado Matrix, comenzarán a perseguirle. Extraños agentes tratarán de convencerle para que les lleve hasta Morpheo, el líder del grupo. Cuando por fin se encuentre con él, Neo descubrirá que la realidad no es lo que parece, y que, por improbable que sea, él mismo es la única esperanza de la Humanidad. Una auténtica obra maestra que ha sido comparada, en cuanto a lo que supondrá en el futuro, con la mítica “Blade Runner” de Ridley Scott. Imaginación, acción, y sobre todo, espectacularidad, se dan cita en este filme, auténtico cine del siglo XXI, cuya originalidad le proporcionó nada menos que cuatro Oscars, superando a la taquillera cuarta parte de “Star Wars”. Cine de ciencia-ficción con verdadero fundamento; un compendio de ideas que denota el gran respeto de los hermanos Wachowsky, sus directores, por el género. Una película que crea época, con unos efectos especiales nunca vistos, y una técnica, el tiempo congelado, que como en su día hiciera el morphing de “Terminator 2: El Juicio Final”, se ha convertido en efecto imprescindible en cualquier filme del género fantástico que se precie. Una maravilla visual sin precedentes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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