La Momia (2017)

 

No hay venda para tanta herida.

Hace dieciocho años nada menos, Stephen Sommers retomó la historia de uno de los monstruos clásicos de la Universal, orquestando un renacimiento cinematográfico que se decantaba por la ligereza de un planteamiento entregado a la aventura exótica –con toques de (mucha) comedia–. “La Momia” (1999) recordaba a Indiana Jones –incluso más allá del personaje de Rick O’Connell (Brendan Fraser)–, era simpática, tontorrona y, aunque desechaba el componente terrorífico de la etapa clásica o la de los films de la Hammer, supuso un digno acercamiento desde una posición de divertida ingenuidad. Después de tan enorme éxito –su loquísima secuela, “El Regreso de la Momia” (2001), funcionó aún mejor en taquilla–, la Universal le brindó a Sommers la posibilidad de fusionar en un sólo largometraje la mitología de un puñado de sus bestias más emblemáticas (los crossover no eran nada nuevo para el estudio –existen varios antecedentes en la década de los cuarenta–). Drácula y sus novias, el hombre lobo y el monstruo de Frankenstein compartían protagonismo dentro de un engendro que parecía perpetrado por un Victor en deplorable estado de resaca. “Van Helsing” (2004) no dio con la fórmula apropiada; incluso atendiendo a su absoluta falta de pretensiones y a la formidable inocencia de sus formas, la debacle de aquel proyecto, lejos de ser absoluta, alcanzó un nivel suficiente para desbaratar futuras iniciativas de carácter monstruoso.

Ahora, trece años después, entre universos cinematográficos expandidos e inabarcables, con Marvel (Disney) y DC (Warner) dinamitando la taquilla, la productora norteamericana ha dado el primer paso para canibalizar por completo su legado. Con Alex Kurtzman (prolífico guionista que aquí actúa de insensible machaca) contratado para pilotar el episodio fundacional de este nuevo serial cinematográfico, la película se trasforma, bajo su poco destacada dirección, en un ejercicio de nulidad argumental abrumadora, capaz incluso de sepultar la siempre enérgica presencia de Tom Cruise (en la piel de un Nick Morton despistadísimo). Se reviste esta nueva momia de una fallida solemnidad, tan inoperante y deplorable como el coitus interruptus protagonizado por Edward Hyde –en esa insulsa escena que tiene lugar en el cuartel general de Prodigium, agencia encargada de luchar contra las fuerzas del mal–. Antes de tan decepcionante acceso de ira, Henry Jekyll (Russell Crowe interpreta a una especie de “M” en versión yonqui) nos explica a qué se dedica esta peculiar organización. Él es uno más en el ramillete de personajes desorientados y desdibujados que pululan por una trama (con guión, varias veces reescrito, de David Koepp, Christopher McQuarrie y Dylan Kussman) sumamente impersonal –para muestra el cliché andante en el que acaba convertida la arqueóloga Jenny Halsey (Annabelle Wallis)–.

El hallazgo de este ser ancestral bajo las arenas de Irak (interesante cambio geográfico que nos aleja de Egipto y nos acerca a la espeluznante excavación del padre Merrin), inicia un carrusel de referencias y guiños que tratan de mitigar la falta de magia y el pírrico componente fantástico de esta adaptación. Una vez que aterrizamos en suelo británico (de una buena hostia, al estilo McQuarrie), Ahmanet toma el relevo de Mathilda May, paseando pizpireta por las calles de la capital, absorbiendo la “Fuerza Vital” (Lifeforce, 1985) de todo incauto londinense. En esa misma ciudad, un descubrimiento subterráneo nos remite a la maravillosa “¿Qué Sucedió Entonces?” (Quatermass and the Pit, 1967), mientras los secuaces del monstruo vendado tratan de recrear la estética de los belicosos templarios del siempre reivindicable Amando de Ossorio. Por desgracia, el soso de Kurtzman se muestra reacio al desmadre y nos joroba la fiesta; los muertos vivientes no arrasan la ciudad y los acólitos de Ahmanet acaban por resultar un puñado de inútiles soplapollas. Entre tanto, Vail (Jake Johnson) intenta emular al Griffin Dune zombie de “Un Hombre Lobo Americano en Londres” sin conseguirlo. Hay un conato de acercamiento al tono pulp de la serie de cómics de terror “La Tumba de Drácula” (os recomiendo la loquísima adaptación animada de Toei, “The Tomb of Dracula: Sovereign of the Damned”), no tanto al cachondeo de “Una Pandilla Alucinante” (The Monster Squad, 1987). Al final nos quedamos a medio camino de todo. Este “Dark Universe” arranca con un tropiezo que puede convertirse en lastre insuperable.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(13-06-2017)

 

• Lo mejor: Sofia Boutella, hipnótica a ratos.
• Lo peor: Da la sensación de estar guardándose algo (o todo).

 

 

Título Original: The Mummy | Género: Acción / Aventuras / Fantástico | Nacionalidad: USA | Director: Alex Kurtzman | Actores: Tom Cruise, Sofia Boutella, Annabelle Wallis | Productor: Sarah Bradshaw, Sean Daniel, Alex Kurtzman | Guión: David Koepp, Christopher McQuarrie, Dylan Kussman | Fotografía: Ben Seresin | Música: Brian Tyler | Montaje: Gina Hirsch, Paul Hirsch, Andrew Mondshein

 

Sinopsis: Una antigua princesa milenaria despierta de su cripta en lo más profundo del desierto. Ahmanet (Sofia Boutella) fue una princesa egipcia a la que su padre prometió que sería convertida en faraón. Pero al ser engañada por su propio padre, que ofreció el trono a su hijo varón, la joven se revela y es injustamente enterrada en una tumba. Al cabo de los siglos, Ahmanet ha despertado, en el tiempo presente, con gran rencor y muchas ganas de venganza. Su odio traerá al mundo una gran maldad, y el terror que causará desafiará la comprensión humana. Nick Morton (Tom Cruise) se enfrentará a este desafío donde habrá laberintos, arenas movedizas, dioses y monstruos.

 

 

 

 

 

 

 

Último visionado: 10/01/2021 (Netflix)