Ready Player One (2018)

 

Ya no hay nostalgias como las de antes…

Tenía que ser Spielberg el encargado de dirigir la adaptación de la exitosa novela de Ernest Cline, ficción dedicada –sobre todo– a alabar el papel crucial de tito Steven en la cultura popular de la década de los ochenta. Que el realizador de “En Busca del Arca Perdida” o “E. T., el Extraterrestre” –dos títulos fundamentales de aquella época que, junto a “Tiburón”, “Encuentros en la Tercera Fase” y “La Guerra de las Galaxias”, diseñaron el moderno cine comercial de Hollywood– se haya sentido atraído por este proyecto, cuando han pasado casi trece años de su última incursión en el ámbito de la ciencia ficción fantástica, puede interpretarse como una llamativa manera de reivindicar su indiscutible protagonismo en la transformación de la industria del entretenimiento. Una maniobra ejecutada justo ahora, cuando resulta más que evidente la mutación del sector al margen de la generación de cineastas-barra-productores, encabezada por él, que modeló el negocio hace casi cuarenta años. En estos días de retórica nostálgica, de mirar atrás con añoranza, Spielberg, Cline y Zak Penn (autor del guión definitivo) despliegan el que podría haber sido el ejercicio definitivo de remembranza. No lo han conseguido, no en mi opinión al menos. A pesar de ello, de los fotogramas de “Ready Player One” se desprende el poder de evocación de un cineasta capaz de crear espectáculos sorprendentes, y también la habilidad de un autor que no elude tonos mucho más amargos cuando plantea una historia que trata de gestionar los demonios del pasado de su protagonista. Es aquí donde director y personaje se hacen indistinguibles: cuando Spielberg y Halliday airean su mala conciencia y piden perdón por sus errores pretéritos. Dos genios, gradualmente relegados a un mundo de deformada nostalgia virtual, que nos ponen tras la pista de un trineo, un Rosebud con aroma a redención.

Ready Player One” es una búsqueda del tesoro vacía –incluso tediosa en ocasiones–, que trata de revestir su trivialidad narrativa con un bombardeo por saturación de referencias pop que acaban por congestionar la pantalla. De este homenaje frustrado, un remedo limitado por las trademarks, se desprenden un puñado de obvias conclusiones: Warner no sabe disparar con munición propia (los guiños a sus franquicias son los peores de la cinta), algunos se han dejado una pasta para que aparezcan sus “cosas” en la película y los sujetos que han escogido el resto de apuntes están a mil jodidas millas de ser auténticos freaks. En cuando al análisis de la parte subyacente del relato, esa que pretende sobrevivir a semejante algarabía virtual, me niego a creer que este libreto sólo aspire a advertirnos del peligro que supone nuestro gradual alejamiento de la “realidad”; pero poco más se puede extraer de unas líneas de texto confeccionadas como coartada para una colección de iconos mainstream, en general, poco sabrosos (sí que hay alguno bien hilado). En el tintero se quedan propuestas mucho más atractivas: la nostalgia como vía de escape a los problemas de la cotidianidad y la adecuada gestión del pasado como medio para construir un presente lo menos traumático posible (mi imperio por un beso). Estos dos esbozos se diluyen en el diseño de un mundo del (pasado) mañana nada fascinante; Spielberg nos ha ofrecido futuros distópicos bastante más consistentes (“A. I. Inteligencia Artificial” y “Minority Report”). Por fortuna, la cinta se salva de la hecatombe –con hedor a product placement– gracias a una set piece deslumbrante (la primera carrera), al maravilloso diálogo que Spielberg establece con Kubrick y la tardía disculpa que el realizador norteamericano le ofrece a Orson Welles (qué te habría costado financiarle un largo a este hombre, mamón). Lo demás es onanismo para caza-referencias, ruido y humo que acaban por ocultar el logotipo de Amblin.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(10-04-2018)

 

• Lo mejor: Poner el pie en el hotel Overlook. Me han entrado ganas de ver “Tron”.
• Lo peor: Contemplar como descarrila esta montaña rusa desbocada.

 

 

Título Original: Ready Player One | Género: Acción / Aventuras / Ciencia Ficción | Nacionalidad: USA | Director: Steven Spielberg | Actores: Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn | Productor: Donald De Line, Dan Farah, Steven Spielberg | Guión: Zak Penn, Ernest Cline | Fotografía: Janusz Kaminski | Música: Alan Silvestri | Montaje: Sarah Broshar, Michael Kahn

 

Sinopsis: Un futuro distópico. En concreto es el año 2045. Mientras las grandes multinacionales se reparten las ganancias de un mundo en decadencia, la mayoría de la población mundial vive hacinada en torres formadas por autocaravanas. Es también el caso de Wade Watts (Tye Sheridan), un joven aficionado al videojuego de realidad virtual llamado OASIS que, con todas las posibilidades imaginables que ofrece, le proporciona una vía de escape, como a tantos otros ciudadanos que dedican más tiempo al juego que a la deprimente y oscura vida real.

El excéntrico creador de OASIS, James Donovan Halliday (Mark Rylance), que amasó una inmensa fortuna con su compañía GSS (Gregarious Simulation Systems), es un gran fan de los años 80. Tras su muerte se anuncia que el juego contiene un Easter Egg. Quien lo encuentre heredará toda su fortuna. El joven Wade decidirá, como tantos otros, lanzarse a la carrera para encontrar el Easter Egg, resolviendo un rompecabezas cuyas claves están basadas en la cultura popular de los años 80 y así conseguir el preciado galardón. Comienza entonces una frenética carrera en la que la única opción para sobrevivir es ganar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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