Alien vs. Predator (2004)

 

Que comience la caza.

Los dos grandes monstruos alienígenas de la 20th Century Fox, “Alien, el Octavo Pasajero” (1979) y “Depredador” (1987), se encuentran por fin en una película largamente esperada. Hay que remontarse a finales de los años ochenta para encontrar la génesis de este largometraje, primero en la serie de cómics de Dark Horse, creada por Chris Warner en 1989, y después en el videojuego arcade lanzado por Capcom en 1994. Ambas propuestas jugaban con la idea de enfrentar a xenomorfos y yautjas en un violento combate que relegaba a los humanos a meras víctimas propiciatorias para las dos especies extraterrestres. Ya en 1990, “Depredador 2” le hacía un guiño a esta posibilidad con el cráneo de alien que pudimos ver exhibido como trofeo en la nave de los depredadores. Un año más tarde, Peter Briggs redacta el primer guión cinematográfico sobre esta temática. Más tarde, son James DeMonaco y Kevin Fox los encargados de idear un nuevo libreto, posteriormente rechazado por el productor John Davis. Largo tiempo estuvo el proyecto pululando por los despachos de la Fox. A mediados de los noventa parecía ser una propuesta destinada al olvido; los fracasos de taquilla de las últimas entregas de “Alien” y la cancelación del “Depredador 3” de Robert Rodríguez tampoco ayudaron. No es hasta la llegada de Paul W. S. Anderson, con una historia escrita en colaboración con Dan O’Bannon y Ronald Shusett (ahí es nada), cuando el proyecto despega de manera definitiva –tras muchas dificultades para conseguir los derechos de ambas criaturas–.

Esta vez (no) es la guerra. Con el videojuego beat ‘em up de la recreativa en la memoria y la imaginación desbordada a causa de los cómics, muchos esperábamos una invasión alien a la Tierra, en un escenario de devastación futurista, donde los depredadores acudían en nuestra ayuda. Éramos jóvenes e ingenuos. Tal argumento, tan interesante como surrealista, le sigue quitando el sueño a más de uno (también a mí). Anderson pasa de experimentos y se decanta por una narración inspirada en las teorías de Erich von Däniken, ambientada en la actualidad. Así pues, los depredadores serían esos dioses de los cielos que enseñaron a construir pirámides a las civilizaciones antiguas: mayas, egipcios y camboyanos habrían tenido contacto con estos seres de las estrellas. Una de esas pirámides, oculta bajo el hielo de la isla antártica de Bouvetøya, emite una inesperada descarga de calor que es detectada por un satélite de la corporación Weyland. Se organiza entonces una expedición, compuesta por un grupo de expertos en diferentes campos, con el fin de investigar tan extraño suceso. En aquel remoto y helado paraje tendrá lugar el sangriento encuentro de las tres especies. Se declara Anderson, en innumerables entrevistas, fan acérrimo de las dos sagas, y es cierto. Su película es la de un dedicado seguidor; una cinta repleta de detalles y referencias, respetuosa con la mitología de ambas franquicias y cuidadosa a la hora de evitar incongruencias en la línea narrativa y temporal –recordemos que se trata de una secuela de “Depredador” y una precuela de “Alien”–. Hasta aquí las escasas virtudes de la cinta.

Planteada como un frenético videojuego, donde los protagonistas no hacen otra cosa que morir o pasar a un nivel más difícil –Anderson repite un esquema casi idéntico al utilizado en “Resident Evil”–, “Alien vs. Predator” desaprovecha todas sus posibilidades, una tras otra, ahogadas en una trama que se desangra dentro del pétreo laberinto donde transcurre la contienda. El (dudoso) espectáculo y las escenas de acción se comen a bocados una historia ingenua y torpe, en algunas ocasiones incluso nula. El otro gran damnificado es el suspense; no digamos el terror, ausente en todo momento. La escasa tensión se disipa cuando los humanos quedan reducidos a carroña lista para el sacrificio y las dos bestias pardas comienzan a darse de hostias; una diversión con tendencia al exhibicionismo que llega a aturdir. Una pena, porque este tinglado daba para una buena fiesta, incluso en plan loco. Para el aficionado poco exigente queda la caza de ciertos guiños curiosos –como el señor Weyland (Lance Henriksen) jugueteando con los cuchillos–. Por el contrario, el seguidor más sibarita quizá sufra una severa decepción, mientras que el espectador no prevenido puede resultar horrorizado. A pesar de todo, si acudimos a la sala con un nivel de exigencia bajo, “Alien vs. Predator” adquiere la forma de film ligeramente entretenido, con un apartado técnico impecable (sobre todo la recreación de la reina Alien), una generosa ración de asquerosos y muy viscosos xenomorfos y todo el encanto y la belleza de esos entrañables seres conocidos como “depredadores”.

Manu Castro
@ManuCastroLSO
(18-11-2004)

 

• Lo mejor: El emplazamiento de la acción.
• Lo peor: Acaba resultando una pelea convencional y aburrida.

 

 

 

Título Original: AVP: Alien Vs. Predator | Género: Terror / Thriller / Acción / Ciencia Ficción | Nacionalidad: Checoslovaquia / Canadá / Alemania / USA | Director: Paul W.S. Anderson | Actores: Sanaa Lathan, Raoul Bova, Lance Henriksen | Productor: Gordon Carroll, John Davis, David Giler, Walter Hill | Guión: Dan O’Bannon, Ronald Shusett | Fotografía: David Johnson, Keith Partridge | Música: James Seymour Brett, Harald Kloser, Thomas Schobel | Montaje: Alexander Berner

 

Sinopsis: Los monstruos emblemáticos de dos de las mejores películas de terror de todos los tiempos, se enfrentan por primera vez en una película, esta vez en la Tierra. El descubrimiento de una antigua pirámide enterrada en la Antártida atrae a un equipo de científicos y aventureros al continente. Allí harán un descubrimiento aún más terrorífico, dos razas alienígenas están preparadas para su última batalla.

 

 

 

 

 

 

 

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